No dejaré de hacer ejercicio o perderé el humor por el Parkinson.

El problema de Antonio Crescente comenzó hace nueve años, cuando su esposa, Solange, se dio cuenta de que su marido tenía problemas para mover el brazo. Este fue el primer síntoma del Parkinson, que afecta el control de todo el lado derecho de su cuerpo. Pero cualquiera que piense que la enfermedad ha afectado su ánimo está equivocado. A los 77 años, el ingeniero mecánico no tiene la menor afinidad con la palabra sedentarismo. Casi todos los días, camina durante dos horas.

Siempre me ha gustado moverme. Hago ejercicio desde que era niño, jugaba al fútbol y siempre estaba jugando en la calle. La carrera llegó muy temprano en mi vida, a través de un grupo que estaba cooperando en las calles. También traigo de mi infancia el biotipo delgado y la dieta que todavía mantengo hoy, como mucha carne, verduras y hortalizas. Hoy en día, veo a los niños cada vez más gordos, frente a una computadora, sedentarios, dice.

Después de terminar su actividad física, como ya no trabaja en una oficina, el ingeniero mecánico busca la manera de seguir ejerciendo su profesión, es el hacer todo de las reparaciones y de las pequeñas reparaciones. Este deseo de permanecer activo ha sido esencial para que Antonio tenga una mejor calidad de vida.

Me llevó siete años descubrir que tenía Parkinson

La esposa Solange fue la primera en darse cuenta de que Antonio tenía dificultades para controlar sus movimientos. En cuanto se dio cuenta de los primeros síntomas de la enfermedad, Antonio fue a ver a muchos médicos y recibió diagnósticos no coincidentes.

Mi problema fue descubierto hace sólo dos años, cuando puse un pie en la oficina del Dr. Flavio Henrique de Resende Costa. Fue directo al grano, Antonio, tienes dis-autonomía, uno de los síntomas más fuertes en los que tienen Parkinson.

Desde entonces, el neurólogo sigue a Antonio, además de coordinar la Clínica, es responsable de atender a 200 pacientes con Parkinson y otros trastornos motores.

Antonio vino a mí en un momento difícil de su vida. Tenía fluctuaciones de los síntomas, sueño fragmentado, y su equilibrio estaba comprometido. Hice ajustes en los horarios de los medicamentos que tomaba y los resultados fueron muy positivos, pero creo que la participación adecuada en el programa regular de actividad física era fundamental. Es el ejemplo típico de cómo la combinación de medicamentos y actividad física puede marcar la diferencia en la calidad de vida de los pacientes con Parkinson, explica Costa.

Mucha lucha

El día de Anthony comienza a las 6 de la mañana. «Me despierto para tomar el medicamento a esa hora, pero luego duermo un poco, para que los medicamentos, que son agresivos, hagan efecto. Entre las 10 de la mañana y las 12 de la tarde, camino por la laguna, siempre luchando por controlar los síntomas de la enfermedad. El Dr. Flavio me instruyó que si tengo que caminar y detener el movimiento, debo caminar de puntillas. A veces, cuando cruzo la calle y me siento atrapado, doy un trote, una carrera.» A Antonio también le gusta ir al mercado a pie, aunque tenga dolor, no quiere quedarse quieto.

Intento arreglar las cosas en casa e interactuar con las nuevas tecnologías, como WhatsApp, comprando en Internet. Tener una vida así me ayuda a mantenerme vivo y saludable.

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